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Venezuela disutópica

Venezuela disutópica: aclarando lo que es verdad, lo que es mentira y lo que es propaganda…

Por  Jeudiel Martinez, Universidad Central de Venezuela (Caracas) para Uninômade / Brasil (31 de agosto de 2017)

 

Este artículo está destinado al público de América Latina interesado en la situación venezolana, y en particular, para la gente que se considera de izquierdas que no está convencida de la historia oficial sobre lo que está pasando en Venezuela o que tiene dudas respecto a la misma.

Así, brevemente, esperamos ofrecer unos datos básicos de nuestra situación que no solo sirvan para aclarar ciertas dudas sino para construir criterios para navegar en medio de la tremenda lucha “neuropolitica” sobre cómo se percibe la situación venezolana. En esa lucha la confusión juega el mismo papel que los gases tóxicos en la guerra química, por eso no solo las habituales preguntas como ¿Qué es verdad? ¿Qué es mentira? Sino las mismas definiciones de las cosas son devoradas por la confusión: entre poder constituyente y gobierno de facto, entre resistencia y simple vandalismo… esperamos poder ayudar al lector latinoamericano a contrarrestar todas las formas de confusión con las que se encontrará al tratar de entender lo que está pasando en Venezuela discutiendo algunos temas:

  • La crisis política.
  • La situación política y social.
  • La oposición al gobierno.
  • La represión.
  • La constituyente (exposición breve)

La crisis política.

La crisis política actual comienza con el impasse creado cuando la “oposición”, agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática, obtiene una victoria abrumadora en las elecciones parlamentarias de 2015. Desde entonces inició una lucha que excede el marco jurídico-institucional pues el chavismo, acostumbrado a gobernar sin chequeos, limitaciones o supervisión de un parlamento independiente, empezó a minar los poderes de la Asamblea Nacional eventualmente mutilándola y usurpando sus funciones. Pero la lucha del chavismo no fue contra la mayoría de la Mesa de la Unidad Democrática en la Asamblea Nacional sino contra la Asamblea Nacional en tanto que poder independiente (lo mismo que ocurrió luego con la Fiscalía General) en esa lucha acabó por terminar con los restos de la división de poderes y del Estado de Derecho.

Lo primero que hay que tener presente es que la derrota electoral de 2015 fue devastadora, 7.726 066 de votos de la MUD contra   5 622 844 chavistas lo que le dio al antichavismo el 56% de los escaños. Fue una enorme oleada de rechazo y voto castigo que coronó un retroceso que había iniciado ya en los tiempos de Hugo Chávez. En la página web del CNE pueden verse los resultados electorales de los últimos años. El que tenga tiempo e interés puede observar los de las elecciones entre 2005 y 2015, en particular como el mismo Hugo Chávez, un maestro de la campaña electoral, tras ganar en 2006 con más de 30% de ventaja en 2012 se reeligió con una ventaja de un poco más de 10 puntos…muy lejos de la “victoria perfecta” proclamada por el aparato de propaganda…Maduro apenas lograría ganar por unos pocos miles de votos…pero no se puede subestimar el impacto que tuvo en el Alto Gobierno la noticia de que habían perdido definitivamente la mayoría…ese trauma explica gran parte de las acciones posteriores de la dirigencia chavista y su actitud ante las elecciones.

Pero el chavismo justifica la destrucción de la división de poderes desde un discurso anti-insurreccional: destruir todos los poderes autónomos habría sido necesario para evitar el derrocamiento del gobierno, pero, (y sin cuestionar por ahora el discurso de “preservar el poder a toda costa” -o como dicen ellos- defender su “derecho a gobernar”) consideremos esto: ¿Trató la oposición de causar un cambio de gobierno desde la Asamblea Nacional?

Si. Irresponsablemente uno de los fósiles de la clase política pre-chavista, Henry Ramos Allup, aseguró que pretendían sacar a Maduro del poder “en seis meses. Así, mientras el chavismo demostraba claramente que se estaba organizando no solo para quedarse en el poder sino para mantenerse indefinidamente en el los dirigentes de la MUD fantaseaban con sus imposibles candidaturas presidenciales…

El problema es que ni jurídicamente ni políticamente la AN estaba en condiciones de derrocar al gobierno de Maduro….y esto por dos razones

  1. en nuestra constitución no existe el impeachment sino otra figura, el antejuicio de mérito, que depende de una decisión del tribunal supremo que, en nuestro caso, esta teledirigido desde Miraflores…por si eso fuera poco la AN, debido a la destitución de varios diputados por el Consejo Nacional Electoral, había perdido la mayoría que le permitía tomar las acciones más severas y decisivas.
  2. Con un estado fagocitado, colonizado, privatizado casi, un estado-partido que es casi imposible separar del chavismo era imposible derrocar al gobierno sin la anuencia de los militares que son parte de ese partido cívico-militar que Hugo Chávez empezó a construir desde, al menos, 2005.

De lo que se trata entonces no es de que el chavismo se defienda de un intento de derrocamiento: es de gobernar por decreto de emergencia mutilando o liquidando todos los poderes independientes que puedan impedir que ejecute ciertas decisiones o pedirle cuentas por otras que ha tomado en el pasado.

Inicia un golpe continuo ante el cual la usurpación del 2002 queda como un simple juego de niños cuando las sentencias y decisiones de la sala constitucional del TSJ tratan de legitimar la toma de poder absoluto del poder ejecutivo:

  • La N.° 7 del 2016, a través de la cual se puso en vigencia el Decreto de Emergencia Económica emitido por Nicolás Maduro.
  • La decisión N.° 9 que exoneró a los miembros de las FANB, del Poder Electoral, Judicial y Ciudadano de ser interpelados por el Poder Legislativo (como lo establece el Art. 222 de la Constitución vigente).

Combinados, ambos decretos le dan poderes ilimitados al ejecutivo y acaban con la división de poderes. ¿Qué es lo que ha hecho desde entonces con esas potestades. ?

…es fácil ver la tendencia…

Pero las turbulencias de este año comenzaron cuando, en Abril, el TSJ dictó dos sentencias: la 155 y la 156:

  • Con la 155 Maduro puede usar el Estado de Excepción para adoptar cualquier medida que sirva para evitar un “estado de conmoción” , le ordena y autoriza a dictar cualquier medida civil, económica, militar, penal, administrativa, política, jurídica y social que crea necesaria.
  • Con la 156 se estableció que el Ejecutivo Nacional puede constituir empresas mixtas en materia de hidrocarburos sin autorización de la AN.

Como se ve, la lucha política de 2015-2016, para el chavismo, tuvo dos objetivos: 1. Acabar con cualquier limitación al poder ejecutivo 2. Sentar las bases de un nuevo rentismo, de un nuevo extractivismo que ya no es solo petrolero sino minero. Rentismo que, lejos de orientar la economía hacia la producción de valor agregado y de bienes materiales e inmateriales, se conforma con la apertura del suelo venezolano, extraordinariamente rico, a la explotación del capital estatal y transnacional entretejidos en un nuevo complejo de intereses.

Si este es el contexto político en que inician las turbulencias de este año también hay uno económico y social no menos complejo.

La Situación económica y social.

La situación es crítica y en su mayor parte es responsabilidad del gobierno.

El discurso del sabotaje, de la “guerra económica”, las ridículas comparaciones entre Allende, Maduro y Chávez son parte de algo que, más que propaganda, son una verdadera operación “neuropolitica” para conducir las percepciones e interpretaciones de la gente sobre una situación desesperada: por eso se gasta tanto en “teóricos” tanto nacionales como extranjeros para encubrir o justificar esta suerte de “chernobyl” económico que no tiene parangón en ningún otro país del continente y tampoco entre los aliados más estrechos de Venezuela.

No es un invento de la CIA o del imperialismo que haya gente buscando comida en la basura, que hayan vuelto a aparecer niños en las calles mendigando en panaderías y restaurantes…que se vean personas macilentas, desesperadas, pidiendo algo para comer, no es mentira que la población haya perdido peso y que eso sea visible a simple vista, tampoco son fake news la escases de medicinas y el tremendo retroceso en materia de salud…El hecho de que una ministra de salud haya sido destituida solo por publicar las cifras revela cuan decidido está el gobierno a tratar de ocultar su propio desastre.

Estamos la combinación de pobreza y precariedad que se encuentra en prácticamente todo el planeta pero con una variante: la red productiva, pública y privada, está reducida al mínimo debido a una combinación de mala gestión, malas políticas y distorsiones profundas en la economía que hacen más rentable importar que producir.

Sin entrar en complejidades que hay que dejar a los economistas la situación puede resumirse en que Venezuela no produce nada, lo importa todo y cada vez tiene menos dólares para esas importaciones.

En ese contexto no hay duda que existe un empresariado especulador y que algunos sectores del mismo han usado el desabastecimiento contra el gobierno pero, como ocurre también con el crimen organizado y la violencia política ese mismo gobierno, que tanto se queja de esos males, es el que crea las condiciones para que florezcan. Estamos inmersos en un vasto proceso de degradación no solo de la calidad de vida sino del funcionamiento de todos los sistemas y dispositivos de los que esa vida depende y cualquier sabotaje no es más que un accidente que empeora un proceso ya en curso.

Para darse cuenta que “guerra” y “sabotaje” no son más que justificaciones –o peor, elementos en una peligrosa estrategia de la confusión- solo hay que ver como una gran cantidad de procesos, servicios, estructuras y actividades que están directamente en manos del gobierno están colapsando desde hace años:

Otro buen ejemplo es la crisis del efectivo: debido a la elevada inflación el antiguo cono monetario ya no sirve y hacen falta enormes cantidades de billetes para pagar cualquier cosa…por una mezcla de incompetencia y falta de recursos no se empezaron a distribuir billetes de mayor denominación hasta este año, como resultado hay enormes colas en los cajeros automáticos y limitaciones en el monto de retiros que se pueden hacer en los bancos

Esa crisis, absurda y completamente innecesaria, hasta ha causado muertos y pérdidas materiales debido a torpezas indefinibles como las cometidas por Maduro en diciembre de 2016 cuando trató de forzar la salida de circulación de los billetes de a 100 bolívares …Semejante desastre, testimonio tanto de incompetencia como de desprecio por la población nunca hubiera sido posible ya no digamos si el gobierno hubiese podido controlar la inflación sino si, simplemente, hubiera actualizado el cono monetario desde el año pasado con billetes de mayor denominación..

En Venezuela factores como la incompetencia gubernamental, la mala gestión, la corrupción son determinantes en esta “crisis de crisis” que vivimos que no es mera precariedad o empobrecimiento sino un decaimiento, un deterioro, un colapso biopolítico progresivo en que la vida y de la calidad de vida disminuyen constantemente sus estándares mínimos, un colapso continuo que inició al menos en 2009: las masivas fallas eléctricas en varias regiones del país, la crisis del metro de Caracas, los problemas crecientes en las infraestructuras técnicas que, para su mantenimiento, requerían insumos y piezas importadas que era difícil conseguir en medio de la loca burocracia del control de cambio…la explosión de la Refinería de Amuay en 2012.… es signo de ese colapso tanto como el decrecimiento de la producción petrolera.

Y al colapso de estos sistemas se une el de los vínculos sociales: el aumento de los homicidios, las crisis en las cárceles la masificación de la corrupción. Así, la crisis económica y social actual no es más que una nueva fase de un colapso que es anterior a la caída de los precios del petróleo y colapso atravesado del principio al final por una inflación creciente, indetenible, que desvaloriza el trabajo y condena a caer en la pobreza a todo el que dependa de salarios o rentas fijas y merma las riquezas de todo el que no tenga ingresos en divisas fuertes.

Si Venezuela puede ser llamado “Estado Fallido” es debido no solo a este colapso, a ese decaimiento generalizado que, tal vez, arrancó ya en los años setentas, sino a como la clase política –tanto chavista como de oposición- han podido adaptarse a él y sacarle provecho: ha nacido así una gubernamentalidad del colapso, de la crisis ilimitada. Esta es realidad compleja que tiene mucho en común con procesos parecidos en el Bloque Socialista y el Sur Global, complejidad que es lo que, precisamente, no quiere pensar la izquierda sosa que defiende al gobierno: Marco Teruggi, Boaventura de Souza, Alfredo Serrano son, ante todo, operativos de un encubrimiento y una confusión que impide percibir una realidad que no cabe en los esquemas de una izquierda cuya imagen de la política y modelos del pensamiento está todavía anclada en la Guerra Fría…o tal vez todavía metida en el viejo dilema entre “socialismo o barbarie”, izquierda no solo funcional a los poderes establecidos sino, tal vez, incapaz de pensar el siglo en que vive.

¿Cómo es vivir en un país en semejante situación?

No es que todos los venezolanos vivan un infierno todo el tiempo o que estemos en una hambruna semejante a la de Yemen pero el deterioro y la degradación se abren paso en la vida cotidiana a diferentes grados en diferentes intensidades pues el colapso varía según el lugar, la fecha, la posición social: los pobres son mucho más vulnerables y entre ellos algunos lo son más que otros, es más difícil en el interior que en la capital, la vida puede ser soportable en ciertos lugares e insoportable en otros, los trámites burocráticos y las gestiones cotidianas como conseguir dinero en efectivo pueden ser un purgatorio, conseguir algunos productos difícil o imposible, hay que renunciar a consumir muchas cosas sencillas…

Una comunidad puede tener problemas de agua, otra de violencia crónica, esta puede recibir los alimentos que reparte el estado mediante los Claps y otra no recibirlos en meses…las variaciones son también temporales: con la sequía vienen crisis de abastecimiento eléctrico y con la lluvia inundaciones…Es que el mismo colapso del estado, su colonización por mafias y grupos de interés de todo tipo agrava incluso las crisis técnicas y ecológicas y a medida que el estado falla, falla también no solo le economía, las comunidades y la vida cotidiana sino incluso el medio ambiente.

La red eléctrica del país fue comprometida por las estafas de un grupo de empresarios corruptos llamados “bolichicos” (parte de la billonaria “Burguesía Bolivariana” o “boliburguesia”, es decir, los capitalistas que sostienen relaciones directas y funcionales con el estado) pero las lluvias se han visto mermadas en algunos años por el aumento de la minería ilegal en las cabeceras del rio Caroní con la complicidad de las autoridades civiles y militares…no extraña que el colapso y la degradación alcancen también a los vínculos sociales, por ejemplo, con la violencia creciente multiplicada por el flujo de armas de guerra y la impunidad de los crímenes de sangre…a los que se le sumaron en este año linchamientos y saqueos.

Es cierto que en Venezuela no se encuentra nada que no se encuentre también en otros países: hay muchos focos de decaimiento, descomposición y destrucción en el mundo…pero lo que caracteriza a este país no es solo el ritmo acelerado de estas sino que esa aceleración sea consecuencia de la descomposición misma del estado convertida una forma de gobernar: cuando la red de abastos pública quebró el gobierno no la reconstruyó sino que creó un mecanismo todavía más precario, los CLAP, en el que el estado reparte directamente los alimentos y requiere un engorroso proceso de inscripción. Cuando  los grupos armados que existen en las favelas venezolanas establecieron el despotismo y el estado de excepción permanente el estado no buscó restituir el estado de derecho sino que llevó su propia excepción y su propia violencia

Es de esperarse que, viviendo en esas condiciones, la población no acepte pasivamente las justificaciones del gobierno y que se acumule no solo un gran descontento sino también resentimiento…

Oposición y “resistencia”

No es difícil imaginarse que una población forzada a vivir en semejante disutopia no solo acumule enormes cantidades de resentimiento y bajas pasiones sino aprenda también a justificar ese resentimiento y a pensar desde ese resentimiento. Pero hay tanto resentimiento como ira y justa indignación que hasta 2015 era posible manifestar por las vías de la democracia representativa.

Es que lo que se escucha en las calles de la gente más humilde y sencilla no es mero desacuerdo o desconfianza con el gobierno: es miedo, odio, resentimiento y, desprecio, y no de la clase media alta, “apátrida” y enemiga del gobierno sino también de la gente más sencilla…tras tantos años de indiscutible hegemonía es muy difícil que el chavismo y la izquierda más ingenua o sentimental puedan percibir o calibrar la magnitud del distanciamiento o divorcio de la población con el chavismo.

La izquierda tonta –Boaventura, Serrano & CIA- querrá creer y hacer creer que las manifestaciones que se vieron entre Abril y Junio de 2017 eran iguales a las de 2002 o a las de 2016 contra Dilma… (Y también a las dirigidas contra Allende). Es cierto que en el núcleo de la “oposición venezolana” está el antichavismo con todos sus atavismos (anticomunismo, clasismo, racismo incluso) pero a su alrededor se moviliza esa enorme masa de descontento, ira y desesperación que se ha creado tras años de descomposición y deterioro de esta sociedad, años de homicidios, apagones, corrupción, inflación, autoritarismo, burocracia, ineficiencia y desastres de todo tipo: no se entiende a los venezolanos de hoy en día sin entender como han sido moldeados no solo por el deterioro, el desastre y el colapso sino por la certidumbre de que hay una categoría o grupo particular de venezolanos “(“enchufados”) que son responsables de ese colapso y, sin embargo, no lo padecen.

Entonces es ridículo pensar que la humillación recibida por el chavismo en 2015 es producto del arte político de la dirigencia de oposición: solo fue la capitalización de ese enorme descontento e igual lo serían las grandes manifestaciones de abril, mayo y junio de 2017…incapaz todavía de convocarse a sí misma, de llamarse a sí misma, la sociedad venezolana usó a la MUD para hacerlo pero, quisieralo o no, terminó sometida a su agenda y a sus intereses.

En la medida en que la lucha había comenzado muy tarde contra un gobierno que tenía años buscando las formas de mantenerse en el poder indefinidamente, en que la organización era muy débil y la dirigencia política de pésima calidad, las manifestaciones tenían un alcance limitado…Fueron grandes demostraciones públicas que se extendieron por meses y mostraron cuan profundo era el rechazo y el descontento al gobierno del colapso y del deterioro. Pero el chavismo empezó a cerrar puertas a las manifestaciones pacíficas lo que en un país ya de entrada desesperado y poco ducho en la política acabó abriéndole el camino al sector putchista del antichavismo que ante la ineficiencia de la dirigencia de la MUD empezó a reclamar una insurrección como salida inmediata, casi milagrosa, a la crisis. Nació así la llamada resistencia, pero una concebida según las enormes distorsiones y confusiones de un país donde se le dice revolución a un simple cambio de constitución…

¿Qué es la resistencia? Una mezcla de jóvenes desesperados y grupos de choque pagados por partidos de oposición, jóvenes de menos de 20 años, en su mayoría, que protestan ante la pasividad de los adultos que solo les demuestran “solidaridad” verbal o por Twitter.

Pero hay que tener cuidado con el discurso rimbombante de “la resistencia” pues es de los tantos casos en que, en el Caribe, la frase desborda al contenido hasta ahogarlo. Lo desborda porque la resistencia no era la expresión de la expansividad y la fuerza del movimiento democrático sino de su contracción: los cierres de calles llamadas “trancazos” y “guarimbas” comenzaron en la fase de repliegue de las grandes manifestaciones de calle de Abril y Mayo, emergen cuando la gente empezaba a desesperarse y forman junto a los saqueos y linchamientos de esos mismos meses el cuadro de síntomas del colapso de la sociedad venezolana y no los de la emergencia de fuerzas sociales nuevas.

Trancazos y guarimbas son parte de la costumbre, arraigado en la cultura venezolana, de cerrar calles para pedir reivindicaciones: en un país donde el entendimiento de la política es tan modesto surgió un grupo de gente convencida de que por trancar las calles adyacentes a su casa podían hacer caer al gobierno. Así como suena: no se trataba de una rebelión urbana o de una insurrección sino de simples cierres de calles en las urbanizaciones de clase media por manifestantes que no buscaban controlar territorio progresivamente como en Ucrania, o hacer grandes concentraciones de personas, como en Egipto, ni grandes confrontaciones masivas con las fuerzas represivas como en Kashmir o Palestina… se trata solamente de piquetes dedicados bloquear el tráfico alrededor de su residencia.

Así, durante meses grupúsculos de jóvenes estuvieron cerrando calles y terminaron agrediendo y extorsionando a la gente que trataba de entrar y salir de su casa y causando conflictos entre vecinos. Lo que había sido la tragedia de la represión de las grandes manifestaciones democráticas de abril y mayo se convirtió en la farsa sangrienta de un extraño extremismo político que usaba tanta violencia contra los ciudadanos comunes como contra la policía: saqueos e incendios continuos e incluso linchamiento de los que, creía, eran chavistas.

No extrañe que esta “resistencia” –que algunos creemos ampliamente infiltrada- terminó por ser funcional al gobierno “incendiando el Reichstag” y ayudando al aparato de propaganda que justificó ese golpe de fuerza que es la “constituyente”….una proporción de chavistas que venían absteniéndose parecen haberse movilizado de nuevo en la elección de la constituyente, el resto del país estaba ya harto y temeroso de “trancazos”, incendios, saqueos y linchamientos que hacían más difícil la vida, no afectaban al gobierno y, principalmente, ni movilizaban ni daban ninguna esperanza a la mayoría

Así se hizo evidente lo que muchos venimos señalando en Venezuela desde hace años: dentro del marco de la polarización, donde la lucha contra el gobierno está en manos de una dirigencia antichavista y encarnada en una subjetividad reaccionaria, anticomunista, no habrá posibilidad de un movimiento democrático ni de verdadera resistencia.

 

Represión, violencia.

Sean violentas o pacíficas, multitudinarias o de pequeños grupúsculos las protestas han sido reprimidas, en algunos casos duramente: las más grandes con el uso masivo de gases lacrimógenos y, en muchos casos, atacando directamente a los manifestantes con perdigones o usando la misma bomba como proyectil asesinando a varios. Aunque la fuerza letal no ha sido utilizada continuamente por la Guardia Nacional o la Policía Nacional si por los grupos parapoliciales llamados colectivos por la prensa.

Si tienen contactos entre los antichavistas estos evitaran hablarles de los linchamientos, incendios y extorsiones de los miembros de la autodenominada “resistencia”. Pero si los tienen entre los chavistas estos tratarán de confudirlos lo más posible sobre la existencia de grupos parapoliciales pero estos existen: algunos son restos de organizaciones armadas de izquierda de los años noventa pero la mayoría son grupos armados y equipados con motocicletas y equipos de comunicaciones que existen en muchos –si no la mayoría- de los municipios del país.

Existe así un esquema de represión y coerción que opera en distintos niveles:

  1. El normal que consiste en la Guardia y la Policía Nacionales que es el que contiene directamente las manifestaciones. Estas fuerzas usan una gran fuerza contra los manifestantes, sean violentos o no, como en el episodio en que los forzaron a punta de gas lacrimógeno a lanzarse a las fétidas aguas del Guaire mientras la dirigencia chavista se burlaba. Puntualmente los agentes de la GN han empezado a usar la fuerza letal sea usando las lacrimógenas como proyectiles, los perdigones a quemarropa o, más raramente, con armas de fuego.
  2. Uno informal que consiste en ataques de los grupos parapoliciales llamados “colectivos” por la prensa. Fueron ellos los que atacaron y golpearon –al mejor estilo de las camisas pardas- a los diputados de la asamblea nacional. Pero esos grupos han abierto fuego repetidamente contra manifestaciones pacíficas y violentas siendo responsables de la mayoría de caídos entre Abril y Julio, incluso la Policía Nacional ha reconocido su existencia. En algunos casos han ocurrido ataques a urbanizaciones de clase media que protestaban.
  3. Los allanamientos y arrestos masivos y sin órdenes legales de la llamada “operación tuntún”: estos se han efectuado en urbanizaciones de clase media donde las acciones de la “resistencia” han sido más intensas o continuadas. Tanto los arrestos como los allanamientos ocurren sin órdenes de tribunales y en muchas ocasiones, los militares retienen a los detenidos luego de que un juez le ha ordenado liberarlos. Aunque suaves comparadas con las operaciones llamadas OLHP abundan los abusos de todo tipo y, sobre todo, el trato indiferenciado a la población, sea pacifica o violenta, sea criminal o sea honesta.

Estos tres niveles de represión y coacción corresponden a prácticas bien establecidas en Venezuela antes y durante el chavismo que entre 2015 y 2017 se están organizando en un diagrama que ordena la coerción y la represión (degradación y fragmentación de la fuerza pública en grupos y bandas privadas, devenir malandro de la sociedad arrastrada por la lógica del dominar o ser dominado, estado de excepción generalizado) pero sobre ellos habría que hablar en otro momento.

La constituyente.

Habiéndonos extendido demás en la situación que llevó a la constituyente, no podemos profundizar mucho en un proceso que, además de estar en curso, es extremadamente complejo.

Como dijimos en otra parte, la constituyente es la culminación de un proceso que, iniciado en 2005, transformó al chavismo de un movimiento nacional-popular más o menos democrático en un extraño hibrido de autoritarismos de derecha e izquierda. La asamblea constituyente es realmente una junta de gobierno supra-constitucional y plenipotenciaria que concreta el procedimiento de gobierno que se venía usando desde finales de 2015 en el que el Tribunal Supremo “legalizaba” las acciones supra-constitucionales que el gobierno estaba tomando.

Sobre ella solo hacemos, por ahora dos precisiones:

  • No se trata del poder constituyente de la tradición jurídica latinoamericana que se aboca a la elaboración de un texto constitucional ni el poder constituyente como es definido por Negri que es un gobierno absoluto –más no totalitario- y por tanto más allá de la representación política y de toda potestad y poder constituido: la “constituyente” es en realidad puro poder constituido, pura potestad, más aún, una navaja suiza que hasta ahora no ha cambiado nada en la carta magna pero ha elaborado leyes, tomado acciones de gobierno, y piensa actuar como juez, jurado y verdugo en el futuro ¿Cómo si no se explica que el Presidente Maduro diga que “llegó la constituyente a poner orden
  • La convocatoria a la constituyente fue por la vía de los hechos, sin consultar a la gente en un referéndum, y arreglando las bases comiciales para que el medio millón de habitantes del estado Apure tuvieran tantos representantes como el distrito capital o el estado Miranda, para que los Consejos Comunales –un gremio vecinal chavista- se reservaran curules…en definitiva: unas elecciones corporativas que casi no tienen precedente en el mundo moderno y un dispositivo diseñado para el chavismo tardío que ya no puede ganar elecciones en buena lid.
  • La “masiva participación” que tanto ha emocionado a ingenuos como Boaventura de Souza no es más que la movilización del chavismo “duro” leal, que según las encuestas hasta ahora, representa alrededor de un 25% del electorado de 19 millones de personas, reforzada por la de aparatos clientelares y corporativos masivos como los Claps, Misión Vivienda, los Consejos Comunales y la misma administración pública que es el verdadero corazón del chavismo. Cuando Smarmatic, la empresa que ha provisto la plataforma tecnológica para todas las elecciones anteriores, dice que el CNE ha inflado la cifra al menos en un millón de personas, parece confirmar que el chavismo ha movilizado entre 5 y 7 millones y luego “maquillado” las cifras para superar las del plebiscito de la oposición (evento del que no existiendo ninguna forma de auditoria tampoco se sabe cuánto “infló” sus propias cifras).

De todos modos téngase en cuenta que, incluso si la fabulosa cifra de los 8 millones fuera cierta, eso quiere decir que 11 millones de personas no votaron, no participaron y que no sabemos cuál habría sido el resultado de un referéndum o de unas elecciones libres.

En este momento el país está en shock tras varios meses de violencia política y con la instalación de la constituyente. La inflación aumenta todos los días y las mayorías se dedican a trabajar y a resolver sus problemas cotidianos. Hay un ambiente muy depresivo en muchos sectores, las colas para hacer trámites para emigrar son enormes y constantes y muy pocos esperan algo bueno de la constituyente. Las sanciones de Trump han causado mucho temor y malestar y tampoco se espera nada bueno de ellas.

Entre las mayorías que luchan por su vida o buscan el éxodo algunos buscan reagruparse y luchar. No será fácil pero algunos creemos que el conflicto brutal y estéril entre el chavismo y el antichavismo no sea más que la precuela: o de una historia realmente disutópica y apocalíptica o de una nueva lucha que apenas está empezando.

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