Entrevista a Amir Farchadi, por Anna Curcio y Giuseppe Casale, en Commonware, 6/1/18| Trad. Santiago Arcos-Halyburton | [versão em português]
—
—
Están circulando relatos y comentarios sobre las protestas que, en los últimos días, han inflamado Irán. Con frecuencia, los textos sólo se hacen eco de los refranes mediáticos más consolidados. Hay pocos análisis, sin embargo, capaces de penetrar más profundamente, para explicar la composición y la genealogía de las protestas, y reflexionar sobre las repeticiones y novedades que las caracterizan. Con Amir Farshadi, un estudiante iraní actualmente residente en Italia, intentamos describir la fuerte especificidad del contexto político, social y económico de la República islámica y, al mismo tiempo, en su análisis pudimos encontrar resonancias y algunos rasgos comunes en relación a otras luchas en la crisis, también desencadenadas a partir de condiciones de empobrecimiento, pasando por la corrupción del régimen, hasta llegar a la movilización de aquellos que tuvieron sus ahorros confiscados o arruinados por los bancos. Emerge de sus palabras una genuina revuelta de la confianza, a ser entendida en un doble sentido: por un lado, se rompe la relación de confianza con el régimen y la posibilidad de una reforma; por otro, se reconstituye una relación de confianza entre las personas. [Nota de Commonware]
—
Como surgen las movilizaciones que están inflamando Irán?
Es una protesta espontánea, sin conducción alguna. La protesta estalló en Mashhad, una ciudad chiita fundamentalista, contra la política de reformas del presidente Rouhani. Ella sirvió de inspiración para las personas de otras ciudades y rápidamente, en casi todos los lugares, comenzó una sublevación contra la República Islámica. En los primeros días, los slogans tocaban cuestiones económicas, después empezaron por apuntar a Khamenei, a los “reformistas”, a los “radicales”, a todas las diferentes posiciones internas en la República islámica. Los slogans muestran que la gente está harta, que ya no quiere ese régimen. Es la primera vez que los slogans se dirigen contra Khamenei en persona, quien siempre fue considerado un santo, sobre todo, de parte de los pobres. Con eso, se rompió un tabú. La gente ha visto a lo largo de las últimas décadas al gobierno iraní robar la riqueza del país, gastar el dinero del pueblo en Siria o Irak, y no aguanta más la dictadura islámica. La crisis es a la vez política y económica. Los salarios están estancados, el costo de la vida, los alimentos y los alquileres, sigue subiendo, mientras que el régimen impide cualquier forma de crítica o disenso.
Quienes son las personas que están bajando a la plaza?
Son muy diferentes entre sí. Hay chicos, muy jóvenes, pero también padres de familia, ancianos. Entre las víctimas de los últimos días, hay incluso un niño de 11 años. Entre los que protestan, hay muchos que han sido engañados por los bancos y que perdieron ahorros de toda una vida, y que ahora están entre los más fuertes opositores al sistema. En las calles, se ven muchas familias normales de clase media, pero también representantes de las capas sociales más bajas. La clase media en Irán siempre vivió en una especie de zona de confort, tuvo acceso a una vida confortable; tiene coche, hace sus fiestas, puede viajar a los países vecinos, frecuenta bares y conciertos, y no está dispuesta a poner en jaque su propia forma de vida. Hasta el momento, aunque la clase media no ha sido golpeada por la crisis, no ha dejado de desear ver un cambio de régimen, aunque no pueda explicitar eso. En los últimos meses, las cosas cambiaron, descendieron a la plaza también los jubilados y los engañados por los bancos, y después de la protesta en Mashhad, comenzó un zum-zum-zum espontáneo, sobre todo a través de Internet, en particular por Telegram, que llevó a las personas a movilizarse. En resumen, en la plaza hay un poco de todo. Las personas que estudiaron y que no tuvieron la oportunidad (en Irán, hay un alto porcentaje de diplomados), en fin, muchos segmentos sociales. Hay, por ejemplo, los ancianos que estuvieron en la revolución khomeinista y que ahora dicen “nos equivocamos, ahora estamos peor que antes”.
Era posible imaginar una explosión de este tipo?
Absolutamente no. Y se entiende por qué, si miramos lo que ocurría antes de las protestas. A partir de la revolución islámica khomeinista, se estableció un sistema político institucional particular, con un nivel de represión tal que alimenta continuamente la inmigración y la fuga. A lo largo de los años, ese nivel de represión operó también sobre el plano psicológico, los iraníes no hacen política porque tienen miedo. Y cuando no es posible manifestar sus propios deseos, se acaban acumulando y explotando. Fue así con el movimiento de la Onda Verde (2009-11), que agregó las demandas por cambio; pero después, con la represión y el asesinato de muchas personas, el miedo volvió a dominar. La impresión, sin embargo, es que las manifestaciones de estos días hayan logrado vencer el miedo porque las personas están llenas de vivir en una condición constante de pobreza y están dispuestas incluso a morir para cambiar las cosas, por eso salen a las calles.
Después de la guerra con Irak (1980-88), el sistema económico iraní comenzó a fracasar. El entonces presidente Rafsanjani realizó una apertura internacional que, al final de cuentas, no dio en nada, porque la inflación y las sanciones pesaron fuertemente contra el país. Así que empezamos a caminar hasta donde estamos. Ahora el gobierno se encuentra en una fase delicada y nadie puede decir lo que va a suceder. En esos días en la plaza, estallaron todos los problemas acumulados en los últimos 40 años, durante el período de Khatami y de su gobierno reformista, y durante el período de Ahmadineyad, que arruinó el país. Las personas no aguantan más, sufren, pero no tienen un objetivo preciso. El único es hacer caer el régimen. Para entender lo que está pasando, es indispensable conocer el sistema político y económico iraní, construido alrededor del líder supremo. A partir del 19 de julio de 1988, comenzaron las ejecuciones masivas de miles de prisioneros políticos, y que se extendieron a lo largo de cinco meses, teniendo como blancos principales a los Mujaheddin del pueblo iraní, identificados como ejército de liberación nacional, además de otras organizaciones de izquierda, como el Tudeh. Las estimaciones sobre las ejecuciones varían de 8 mil a 30 mil personas asesinadas. Estos son hechos importantes para entender el subsuelo de las movilizaciones de hoy, pues ahora la gente sabe de todo. No son sólo las cuestiones económicas, que de cualquier modo asumen gran importancia, sino también la represión política del disenso, que realmente constituye un elemento adicional, con cada vez más fuerza, para impulsar a las personas a la calle.
Entonces, si podemos decir que la motivación más fuerte es la oposición al régimen, por qué exploto ahora?
El presidente Rouhani llegó al poder hace cinco meses, haciendo muchas promesas de cambio. Millones de personas, procedentes de varios sectores de la sociedad, confiaron en aquellas promesas, que implicaban poner fin a la atmósfera represiva, liberar a los prisioneros políticos, aumentar los derechos, poner fin al aislamiento de Irán. Después de las elecciones, las cosas sólo empeoraron más y más . Las personas que votaron por Rouhani se resintieron al verlo pasarse al lado de los fundamentalistas, entonces nace el sentimiento de haber sido engañados al votar por él. Los comunistas sostenían que no era necesario votar. La clase media, votó por él, pero ahora está desilusionada. Todos los estratos sociales se encuentran en este momento en una situación similar de pérdida de confianza en cuanto a la posibilidad de cambios en el régimen. Hace dos meses que, por primera vez, los jubilados y los que perdieron los ahorros salieron a la plaza pacíficamente. Es previsible que en las próximas elecciones haya una caída del número de votantes, porque la confianza en el cambio, una vez más, acabó siendo traicionada.
Las sanciones de Trump determinaron una disminución en el precio del petróleo, sobre lo que se basa en la economía iraní. Los repases venidos del exterior fueron bloqueados. Ese fue el estopín para la situación, pero no significa que los intereses americanos sean lo que mueven las protestas. Hay una parte de la clase media que quiere la democracia pero que, en comparación con la anterior Onda Verde, ahora ve una posibilidad menor de que suceda; y por fin hay los pobres que, al llegar, determinaron un giro en las manifestaciones.
¿Cuál es el vínculo entre las formas de vida en Irán y las protestas?
En Irán se da una especie de doble vida. La República Islámica debería ser una democracia, pero eso es una paradoja. El régimen iraní es una dictadura, se debe obedecer, hacer lo que mandan: si usted es un buen musulmán o finge serlo, podrá vivir sin ser molestado. Debe, sin embargo, mantener una vida doble: puede incluso dejar de creer en todo, pero hay que demostrar que cree. Así, en privado, se tolera que se haga una serie de cosas, pero en público es imperativo que se muestre un comportamiento de buen musulmán. Desde niño usted aprende la vida doble, lo que causa tantas conductas malas, como mentir o ser infiel a sí mismo, pero que es la única manera de mantener los propios derechos. Porque no es posible tener derechos si usted resuelve ser usted mismo. Para tener derechos en el espacio público iraní, sólo es posible si se demuestra ser un buen musulmán. Hay muchas personas de colmadas de eso, pues ya han tenido bastante. Las protestas lanzan un mensaje: todos juntos, los iraníes están en contra de tener que vivir esa doble vida que les lleva a mentir, traicionar y traicionarse, a no confiar en el otro.
Las protestas entonces son contra la República Islámica y la doble vida que ella impuso?
Esta es una cuestión indudablemente ligada a las protestas, porque todos los problemas sociales, en este momento, se presentan en la plaza. Como yo decía, la doble vida produce como efecto que las personas no confían en las otras. Siempre está el pensamiento que aquellos que me son vecinos pueden ser espías al servicio del gobierno, así que no puedo revelar todo lo que yo quiera. De esta manera, el gobierno iraní colonizó las vidas de la población, por consiguiente, es normal que las personas no estén unidas. Pero, con las protestas, ellas pueden declarar: ahora podemos estar nuevamente unidos contra el régimen. Este es el mensaje de las manifestaciones: tú eres mi hermano. Queremos tener una sola vida. No queremos ser buenos musulmanes, queremos ser nosotros mismos, queremos compartir con los demás lo que hacemos.
¿Podemos entonces decir que es una protesta basada en la construcción de relaciones de confianza?
En cierta manera, sí. Doy un ejemplo. Hace unas semanas, hubo un fuerte terremoto en la frontera con Irak, en una zona kurda, con casas destruidas y muertes, y el gobierno no hizo nada. En todo el país, al contrario, las personas se movilizaron a través de las redes sociales y enviaron dinero, ropa y materiales de apoyo a aquellos que habían sido afectados por el terremoto. Esta es la prueba que no se puede tener confianza en el gobierno y que la gente debe aprender a confiar en sí misma y en los otros. Esta idea no es posible cuando se vive una vida doble, en ese caso, reina la desconfianza entre las personas. Con el terremoto y el apoyo mutuo, se ha demostrado que es posible cambiar la situación, construyendo relaciones basadas en la confianza.
Una de las estructuras más fuertes de la República islámica es el sistema de vigilancia y de informantes. Puede suceder que descubras que tu amigo de años es un espía. De ese modo, el régimen canalizó la revolución de 1979, capturando las energías y, ahora, intenta sobrevivir. También en el exterior, por ejemplo, aquí en Italia, hay espías que controlan a los iraníes, para reprimir a aquellos que puedan contraponerse al régimen. En Irán hay 80 millones de personas, de diferentes culturas e idiomas. El régimen quiere controlar que nadie se movilice contra él mismo, incluso dentro de las conversaciones, para que no haya ningún disenso, nada capaz de ampliarse, crecer, contagiar. En estos 40 años, eso cultivó el miedo entre las personas; por eso ver a las personas así en las plazas vale muchísimo para nosotros.
Entonces ir a la plaza se convierte en una posibilidad de una nueva forma de vida?
Sí, es así. No hay un liderazgo del movimiento, pero toda persona puede llevarte a otra. Cuando alguien lanza un lema, la idea es que otro pueda venir a seguirlo. Se puede llevar a las personas estando en el medio de ellas. Esto es diferente de la Onda Verde, pues la ilusión de un posible reformismo del régimen ya ha sido superada. También los reformistas que se unieron al movimiento perdieron la confianza en las reformas. Rouhani hizo muchas promesas, pero no mantuvo ninguna.
Una amiga mía, que goza de una buena condición social, en los últimos días se preguntaba cómo nunca había sucedido algo así: ella viaja, vive en un barrio burgués, no puede vivir como un occidental pero tiene todo lo que desea. Ella sostiene que es necesario aumentar el nivel de formación y de cultura, pero cómo hacerlo si las personas no tienen qué comer? No deberíamos enseñar nada a las personas, sino a los gobiernos. La gente como mi amiga cree que sí hay algunos problemas, pero que en general tenemos una vida bella y feliz.
Según usted, ese tipo de persona está asustada por las protestas?
Sí, están asustados con un cambio de régimen, porque tuvieron la experiencia de la revolución de 1979, que resultó en muchos muertos. Después de 40 años, no hubo progreso, ya que todavía hay personas que creen que es posible una reforma interna al régimen. Sin embargo, como ya dije, se trata de un número cada vez más reducido; en las calles, han sido atacados todos los símbolos de la República islámica. Esto sí, es totalmente poco usual, porque si usted es atrapado gritando “muerte a Khamenei”, toma de 15 a 20 años de prisión. Pero la gente ahora está harta. En 2009, el gobierno disparaba y mataba sin miedo, pero ahora el miedo cambió de lado, teme sobre todo el plan de las relaciones internacionales. Hasta aquí han muerto 29 personas, pero en los primeros días el gobierno no intervino. Los muertos son personas normales, principalmente jóvenes. La gente tiene rabia, quieren destruir todo, porque están hartos.
¿Quiénes son los que fueron engañados por los bancos que usted había hablado, que fue una de las fuerzas motrices de las protestas?
También aquí hay que explicar el funcionamiento particular del sistema económico iraní, que se basa en el Sepáh-e Pâsdârân-e, una fundación creada por el líder supremo después de la revolución khomeinista. Khamenei creó cinco o seis fundaciones, que sirven de sustentación del régimen. Lo que efectivamente comanda Irán es la Sepáh-e, los bancos y las fábricas están todos en las manos de esa fundación, todos los dirigentes son oriundos de ella, con altísimos niveles de corrupción. En Irán, están asentados algunos de los principales bancos islámicos del mundo, según un pronunciamiento del líder supremo en 2006, los bancos nacionales no pueden ser privatizados; los demás pueden tener hasta el límite del 40% de capital privado. Entonces todo esto depende del régimen, de manera que, en realidad, los ahorradores fueron engañados por el propio gobierno. No hay nada parecido en Occidente. Además, los estudiantes en el extranjero no pueden recibir los salarios directamente de los propios padres, deben obtenerlos en una especie de “mercado negro”. En los últimos años, se ha asignado un presupuesto para los pobres, pero esos recursos terminaron siendo consumidos por las citadas organizaciones. Nadie puede preguntar dónde van a parar esos recursos, porque, como decíamos, el régimen utiliza el sistema de informantes para estancar cualquier tipo de crítica.
Hoy, la atmósfera política en Irán está muy radicalizada, las cuestiones estallaron: derechos humanos, represión, pobreza, futuro, desempleo. El régimen no está dispuesto a hacer ninguna concesión; pueden decir que habrá reformas en el futuro, sólo para amortiguar el efecto de las protestas, pero en el fondo no se ve nada concreto. Ante las movilizaciones, Khamenei respondió: tengo cosas que decir, pero prefiero decirlas en otro momento. En los últimos días, afirmó que las personas en las plazas son enemigos del régimen. Si hubiera querido cambiar lo que sea, lo habría hecho después de 2009; en vez de eso, todo siempre empeoró. La estructura de ese régimen se funda sobre la represión y ese juego no puede cambiar.
Como las personas en las plazas perciben las palabras del discurso revolucionario? Después de 1979, el régimen se apropió realmente de ese discurso y todos los que luchan por una transformación radical acaban siendo definidos como enemigos de la revolución.
Las personas vivieron aquella revolución y tuvieron su experiencia. Ahora quieren liberarse de ese régimen, llegan incluso a incendiar las mezquitas, porque no aguantan más el control religioso y porque en ellas están las sedes de las organizaciones gubernamentales. La gente quiere un renacimiento iraní. Las protestas actuales pueden llegar a su fin, pero la gente camina hacia una nueva estación de la historia iraní.
—
Traducción del portugués al español: Santiago de Arcos-Halyburton